Experimento: ¿Se puede vivir sin Internet?

la vida sin tecnología

No sin mi wifi  (ni sin mi smartphone)

La tecnología nos ayuda, no cabe duda, y también nos puede llegar a saturar, que ya sabemos todos que eso de estar siempre «conectados», entre whatsapps, correos electrónicos, skype, Facebook, Twitter,.. (¿sigo?),  da a veces ganas de gritar. Seguro que alguna que otra vez has pensado que vas a aprovechar el fin de semana para «desconectar», pero sé sincero: ¿has conseguido desconectarte del todo-todo? A estas alturas de la película, nos parece que lo de vivir sin Internet, sin redes sociales y sin smartphone forma parte de otra vida, y el hecho es que olvidarnos el teléfono en casa es uno de los pocos motivos (si no el único) que nos hace volver (aunque como en mi caso haya que subir tres pisos a pata ;)).

Ya no hay vuelta atrás. ¿O sí?

Todo esto viene porque esta semana he escuchado en el telediario la historia de una familia de Canadá que se ha propuesto demostrar que sí, que a estas alturas sí que se puede vivir sin Internet y sin teléfono móvil inteligente. El caso es que esta familia, padre, madre y dos hijos pequeños, han decidido desterrar de sus vidas toda tecnología posterior al año 1986 (vale, ya sé que muchos de vosotros seguramente no habíais ni nacido, pero admito que yo aún me acuerdo, con nostalgia, de las cintas de vídeo Beta, de rebobinar con un boli las cintas del radiocasete y de sintonizar el canal UHF en la televisión, que sí, ¡ya era en color! ;)).

Vuelta a la tecnología de 1986

Se trata de un experimento sociológico con fecha de caducidad: hasta abril de 2014. Hasta entonces, mandarán cartas escritas a mano (les deseo suerte en la búsqueda de un buzón de correos) en lugar de correos electrónicos, verán películas de vídeo en VHS en lugar de series online o televisión por cable, los niños no verán ni en pintura un videojuego y cambiarán los smartphones por un teléfono fijo de los de disco (sí, esos que son ya casi joyas en los anticuarios).

El caso es que no son los primeros que se han propuesto superar el reto de dar la espalda a la tecnología. Ya el año pasado un periodista de Estados Unidos, hastiado y estresado por la «dictadura» de la era tecnológica, llevó a cabo un experimento similar.

Durante un año estuvo sin Internet, sin redes sociales y sin teléfono inteligente. Pero, tras un primer mes encantado de la vida y reencontrándose a sí mismo, el paso del tiempo le hizo agachar las orejas y, al término del experimento, admitió que la tecnología no era ni mucho menos el origen de todos sus males: puestos a perder el tiempo, si uno se lo propone, puede hacerlo igualmente sin necesidad de estar online y enganchado a Facebook o Twitter y, en cambio, cayó en el aislamiento social. Veredicto: a estas alturas «no se puede» vivir sin tecnología. O, al menos, no hay un motivo imperioso para tener que hacerlo.

Regreso al «futuro» y a los frigoríficos inteligentes

En el caso de esta familia de Canadá, los padres se resisten a que sus hijos tengan una infancia en la que en lugar de lápices de colores y juegos callejeros haya tablets y videojuegos y, sin puntos medios, han decidido drásticamente volver a los 80. Quizá para cuando «vuelvan al futuro» yo ya haya dado la entrada para ese frigorífico inteligente que acaban de presentar también esta semana en una feria tecnológica en Berlín y que te informa de los alimentos que te quedan en la nevera, de si los yogures te van a caducar en dos días y de la receta que te puedes sacar de la manga con las cuatro cosas peladas que te quedan.

Experimentos aparte, y al mismo tiempo que admito que a veces me dan ganas de tirar el teléfono móvil por el WC también reconozco que, en el día a día y aunque ya solo sea por la dinámica del trabajo, cuando alguna vez me he quedado sin conexión a Internet o he creído haber perdido el teléfono móvil como que muy tranquila no he estado 😉

Y tú, ¿crees que a estas alturas sabríamos, o podríamos, vivir sin tecnología?

 

 

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Comentarios

  1. Carlissian dice

    Pero ya que estaban los canadienses, deberían haber renunciado a todo tipo de tecnología. Incluidos los cassettes y las cintas de VHS. Si no, así aguanta cualquiera. Buen Post, Enredadas!!!

  2. dice

    Hola «Enredadas»!!!

    Yo lo que no llevo bien es esa sensación de «ande está mi móvil». Cada vez que la siento me cabreo conmigo mismo.

    Está bien que estemos hiperconectados, yo me lo paso genial con nuestras conversaciones en Twitter y tal pero reconozco que muchas veces encierro el móvil y hago una desconexión total, cosa que se agradece y te hace encontrar la paz.

    Pero en plan «enga, ahora voy a disfrutar del placer de dedicar atención a una única cosa (el sex…to sendido, jejeje).

    Por cierto, aprovecho para decir que me gusta el rollito de los posts de cada una de vosotras. Siento que os conozco mas porque sin ver el nombre soy capaz de adivinar quien lo ha escrito. Mola!

    Besitos.

  3. dice

    Yo soy el primero que opina que sin Internet no soy nadie…pero también me da pena y sobre todo por las generaciones que vienen (mi nena de dos añitos volverá a jugar en la calle al escondite, al pilla-pilla o a la pelota? o lo hará desde casa a través de Internet?

    Evolucionemos pero con cabeza….

    • dice

      Gracias Kino por tu opinión,
      si te vale de consuelo, yo tengo un niño de once años que prefiere salir a jugar en la calle, a quedarse enganchado con la tablet. La responsabilidad al final será nuestra, tecnología para los niños si, pero con limitaciones.
      Pero nada sustituye el contacto personal, de tú a tú, ni las redes sociales.
      Un saludo

  4. Laura Segovia dice

    Poder vivir, se puede… El tema es cómo y las consecuencias de vivir «desconectado».
    Todo esto me recuerda a esas congregaciones, asociaciones, religiones y demás invenciones que hacen algunos humanos que quieren resistirse a los tiempos.
    Flexibilidad, adaptabilidad y cambio. Eso sí, sin perdernos en la vorágine.

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